martes, 26 de enero de 2010

NURIÁ CIDA LUCINÓGENA


Me desquicia. De nuevo he sido testigo hoy de como ese sofá quedó deformado por los kilos que tenía que sujetar a pesar de que su envergadura no supera la de una niño de 15 años, ni su peso el de dos maletas de viaje. Tenemos el mismo tamaño pero cuando se levantó tuve que bajar la vista para mirarla a los ojos. Ahora sabe que la envidia pesa y que los celos te agarrotan los músculos hasta reducirte al mínimo, a ver si decide librarse de ello y simplemente preocuparse por sí misma.

La impotencia se le clava en el corazón con cada nota de los violines de esa canción que no sé porque escucha una y otra vez teniendo cosas mejores que hacer. Quiere llorar. Sé que quiere llorar, pero no sé porque no lo hace de una vez y acaba con esto, tenemos cosas que hacer. Creo que es porque yo estoy aquí. Dios, a veces se ve tan ridícula que dejo que haga estas cosas a ver si se da cuenta de que lo único que consigue es inspirarme vergüenza ajena.

No soy ninguna imbécil y al contrario que ella siempre he asumido mis actos. Está así por mi culpa, lo sé. Siempre ha sido igual, enamoradiza y algo tonta, piensa que hay una especie de energía cósmica por la que estamos todos conectados o algo así, vive en el drama, confía en todo el mundo y cree que de verdad existe el amor. Já! Pobre ingenua.

Lo único que le digo es que vayamos a tomar un par de cervezas, después un par de copas, después un par de chupitos y hagamos amigos. ¡Qué me deje hablar a mí, claro! su “romanticismo” y su “buen rollito” a veces me hacen perder conquistas y eso no me gusta.

Creo que sólo nos entendemos cuando hablamos de arte.

Lo cierto es que somos por completo diferentes, mientras ella pone el corazón para que se lo destrocen yo analizo las situaciones y a las personas, intento moverme siempre al borde del descaro, pero nunca hago nada tan atrevido que ella no sea capaz de enmendar después con su cara de niña buena. ¿Qué la utilizo? No. Si no fuese por mí lo único que haría esa niñata es seguir viviendo en los mundos de Yupi y esperando a su princesa azul.

¿Y ahora qué? Estamos con lo de siempre. Juro que la he tenido vigilada pero no sé en que momento volvió a perderse por el olor de unos rizos o de sabe Dios que será esta vez. Sigue sin entender que los rizos para lo único que sirven es para tirar de ellos cuando, entre las sábanas, las niñas guapas intentan ponerse rebeldes.

Lo cierto es que a pesar de nuestras diferencias, somos inseparables, y aunque no suelo sacarla conmigo por ahí la gente que acaba acercándose mucho a mí, acaba acercándose a ella y eso siempre me supuso un problema.

Esta vez creo que voy a hacer con ella dos semanas lo que ella hizo conmigo durante ocho meses... mandarla de viaje. Como yo no soy tan buena ni tan simpática en vez de eso creo que voy a inducirle un coma o bien amordazarla y meterla en el armario, ya me cansé de sus caprichos.

Yo sólo me preocupo por mí, no me enamoro, soy fría, orgullosa, egocéntrica, mido mis palabras, me detengo y pienso en las consecuencias, me río con el humor negro, podéis llamarme Ácida Alucinógena pues soy nociva para vuestros sentidos.

Ella en cambio es pasional, empática, se desvive por cada persona que la rodea,es incapaz de mentir, habla demasiado sobre las cosas que nos importan, consigue confundir mis intenciones, hace que invierta el tiempo que tengo para estudiar en calmar sus berrinches y rabietas, incluso hace que nos involucremos demasiado en las relaciones. Por eso aunque somos un equipo, por nuestro bien, a veces tengo que controlarla, así funcionamos, nos complementamos.

... ¿Ella?... Ella se llama Nuria.

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