lunes, 12 de enero de 2009

SE PEGA COMO ARENA MOJADA


Se encuentra estresada, aturdida... toda la noche se las vio peleándose con las sábanas que se le enredaban en el cuerpo mientras se retorcía en la cama intentando conciliar el sueño, los segundos se le hacían minutos y los minutos interminables y ella nunca fue de perder el tiempo, o por lo menos no luchando contra el insomnio. Así que se apresuró por hacer algo que le ayudase a pasar el rato, los exámenes estaban cerca, pero estudiar nunca fue una opción, eran aún las cuatro de la mañana así que decidió encender su portátil y cotillear por Internet en busca de algún sinsentido interesante con que entretenerse hasta las ocho, hora a la que tenía que estar saliendo por la puerta con Vanesa hacia la biblioteca.


Para su sorpresa encontró algo más que un espacio con el que entretenerse, tan sólo se trataba de una página más de Internet entre tantas, un blog de alguien completamente ajeno, con un diseño simple, repetitivo, incluso monótono. Pero a sus ojos era una refugio, un lugar en el que se sentía, cómplice, retratada, íntima, viva, eso sí, siempre ansiosa. Entre los textos podía sentir sin cortapisas, aunque sólo fuesen sentimientos del mismo efímero que esos segundos que tanto ansías de esa canción que te vuelve loca este mes.


Cada historia le precipitaba a cabalgar entre el ficticio y la realidad, y lo único real es que ahora los minutos volaban y que ya eran las siete menos cinco y continuaba en pijama, así que como a quien le quitan la ilusión se despegó de la pantalla y casi desfallecida se arrastró hasta la ducha. Las horas de sueño que le robó a la noche de repente le pegaron una bofetada y se vio frente al espejo desganada y ojerosa, sin fuerzas ni para darse pena. La ducha le sentó bien, se vistió casi sin mirar que ropa cogía y a desayunar.


Potasio, vitamina C y por supuesto un cortado, a pesar de las reprimendas de los doctores por sus irresponsables coqueteos con los estimulantes. La cafeína pronto hizo efecto en su organismo, el cansancio y la excitación se dan en ella diez minutos más tarde como una montaña rusa y la verdad no sabe si lo que le produce las nauseas es el café o la montaña. Tocan a la puerta, el reloj marca las 07.53 y ve desvanecerse la posibilidad de retomar la lectura.


Vanesa entra sin esperar respuesta -Venga, se que necesitas diez minutos de presión o no sales de tu cuarto!- exclama rebosando vitalidad. Fue en ese justo instante cuando Daniela volvió a la otra realidad, Daniela volvió a ser Daniela, volvió a ser día 12 de Enero, volvió a mirar el reloj que seguía marcando la mismas hora pero nunca un segundo había estado tan distante de otro.